A medida que se acercan los Juegos Olímpicos de Verano de 2020, Tokio se prepara para acogerlos por primera vez desde 1964. La capital japonesa tiene un largo camino por delante, mientras continúa la construcción del Nuevo Estadio Nacional y se prepara para recibir a millones de visitantes en la ciudad. Una de las muchas responsabilidades del país anfitrión de los Juegos Olímpicos es proporcionar a los atletas ganadores sus medallas de oro, plata y bronce. Aunque en el pasado los metales utilizados para fabricarlas provenían de una variedad de lugares, Japón recurrió a una fuente poco convencional: los residuos electrónicos.
Casi el 90% de los municipios japoneses participaron en programas de recolección que comenzaron en abril de 2017. Durante esta campaña de dos años, los habitantes de Japón dejaron en determinados lugares teléfonos móviles usados y otros dispositivos electrónicos pequeños. Los objetos fueron recolectados y desmantelados para obtener metales preciosos, que se extraen y refinan para fabricar las 5,000 medallas necesarias para los Juegos Olímpicos. Se recolectaron cerca de 50,000 toneladas de pequeños aparatos electrónicos en todo el país, incluidos unos 5.07 millones de teléfonos móviles usados. En febrero, el programa cumplió sus objetivos de 30 kilogramos de oro, 4100 kilogramos de plata y 2700 kilogramos de cobre (las medallas de oro se fabrican con plata y solo se bañan en oro). El programa finalizará el 31 de marzo de 2019.
Es la primera vez que los premios se fabricarán íntegramente con materiales reciclados, pero cabe preguntarse por qué no se ha hecho antes. La iniciativa de Japón arroja luz sobre la potencial “mina de oro” que existe dentro de los millones de toneladas de residuos electrónicos que se desechan cada año en todo el mundo. Teléfonos, portátiles, consolas de videojuegos y otros aparatos electrónicos que contienen metales preciosos en sus circuitos se encuentran en los vertederos como un filón a la espera de ser explotado, pero pocas empresas aprovechan este recurso. Aunque un teléfono sólo contenga trazas de oro, Japón ha demostrado que esas trazas se acumulan.
El entusiasmo del público japonés por la iniciativa no se debe únicamente a los beneficios medioambientales. Muchas personas expresaron su orgullo por donar sus teléfonos. Los metales que antes estaban en sus bolsillos colgarán del cuello de los mejores atletas del mundo. Esto aporta un sentido de inclusión pública del que carecían las Olimpiadas anteriores. En cierto modo, cada medalla concedida es una victoria para Japón, independientemente de su posición en la competencia.
Los Juegos Olímpicos de Tokio también promueven la sostenibilidad de otras maneras. Recientemente, el equipo olímpico japonés anunció que llevará uniformes fabricados con tejidos deportivos reciclados. Muchos de los mejores atletas de Japón donaron ropa usada para esta iniciativa. Ambas campañas reducirán el monto de unas Olimpiadas costosas, cuyo precio en un momento se estimó en 30,000 millones de dólares.
EPC aprecia los esfuerzos de Japón por crear unos Juegos Olímpicos más sostenibles y respetuosos con el medio ambiente. Como empresa dedicada a la reutilización y el reciclaje responsable de residuos electrónicos, esperamos que esto siente un precedente y anime a otras naciones a encontrar formas más innovadoras de utilizar sus dispositivos caducos. Tal vez Pekín pueda crear una campaña similar para los Juegos Olímpicos de Invierno de 2022, o París se anime a hacerlo en 2024. Tal vez Estados Unidos pueda seguir el ejemplo de Japón cuando Los Ángeles sea sede en 2028 por primera vez en 44 años. Sean o no nuestros dispositivos actuales futuras medallas olímpicas, podemos empezar a ver los residuos electrónicos de forma diferente mucho antes.
Para más información sobre el programa de reciclaje de residuos electrónicos de Tokio, visite
Proyecto Medalla de Tokio 2020: Hacia un futuro innovador para todos